Aterrizamos en el aeropuerto de Cuzco y me empezó a invadir de nuevo la expectación de días anteriores, cuando preparaba el viaje a Perú. A la salida, nos estaba esperando un representante del hotel Explora, que sería nuestra casa los próximos cinco días.
Algo más de una hora en coche nos adentró en el corazón del antiguo Imperio Inca. En el valle del río Urubamba se levanta el Hotel Explora Valle Sagrado en una de las haciendas más apartadas del valle y rodeado de maizales y de impetuosas montañas.
El Valle Sagrado, Pisac, Ollantaytambo y Chinchero
Para la mayoría de los viajeros, el Valle Sagrado apenas es un lugar de paso en su camino de Cuzco a la mítica ciudadela de Machu Picchu, al que llegan para visitar brevemente algunas de sus maravillas como el imponente centro arqueológico de Pisac, una ciudad construida sobre la montaña y en cuyas faldas existen cientos de andenes de cultivo. O el monumental complejo inca de Ollantaytambo, con sus terrazas y su Templo del Sol, y el animado pueblo del que parten los trenes hacia Aguas Calientes, pueblo que da acceso a Machu Picchu. O Chinchero, ciudad incaica con su colorida feria dominical de artesanía y productos locales.
Un viaje de transformación
Pero el viaje bien merece dos o tres días más, para vivir en profundidad la geografía única y la cultura andina de la zona. Para empaparse de este destino es necesario explorar el valle, la meseta y las cumbres, y esta es la innovadora propuesta que nos hace la cadena de hoteles Explora, orientada a los aventureros de alto nivel que buscan una experiencia de viaje completa.
De la mano de su equipo de guías, nos adentramos en lugares remotos e inexplorados. En el Valle Sagrado aún es posible caminar con tranquilidad por rutas apenas transitadas, descubriendo parajes de gran belleza y las formas de vida de las comunidades locales, mientras se admira el legado de los incas. Durante las exploraciones encontré una oportunidad única para alejarme por unos días de la cotidianidad, para la desconexión y el reencuentro conmigo misma, y fue entonces cuando me enganchó el destino, cuando dejé de ser una observadora y conecté con el Valle.